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Los bárbaros a la puerta.

(Publicado por Siglo 21 en agosto 2013)

Los bárbaros se colocan fuera de la civilización y la acechan, no porque quieran hacerla suya, sino solamente porque codician sus frutos.  Son brutales en sus métodos porque su táctica principal es el terror.  Los bárbaros no intercambian, no comercian, no contratan porque se entienden más fuertes y, entonces, capaces de usurpar, de robar, de violar y de extorsionar.  Aunque la lógica de sus procedimientos debiera llevarlos a la conclusión de que, cuando hayan acabado con la civilización ellos también perecerán, no es así.  Los bárbaros no piensan en el largo plazo porque, parafraseando a Hobbes, ya viven en una sociedad en que sus vidas son malas, crueles, brutales y cortas.  Y saben que, de todas maneras, tendrán un desenlace súbito y fatal.

No hablo de Roma ni de su imperio, porque los bárbaros siempre están a las puertas y acechan ahí donde la civilización es más débil y los despojos pueden obtenerse con mayor facilidad.  En nuestra parte de las américas los bárbaros se organizan en maras y en mafias.  Aterrorizan para extorsionar, para robar, para violar y someter a su violencia a todos esos ciudadanos que, dejados a su suerte, no tienen más que pagar el impuesto de guerra.  Percibiendo las debilidades de nuestra civilización, corrompen a funcionarios y a servidores públicos y los inscriben en sus registros de «aliados». Se matan entre sí para dominar territorios y controlar las rutas de los esclavos modernos con quienes trafican y las sustancias con las que envenenan a los que viven en la periferia podrida de esa civilización que, a la vez que los sustenta, procuran minar y hasta destruir.

Mientras tanto, los políticos y funcionarios responsables de crear y conducir las instituciones y órganos públicos de los Estados de Mesoamérica, quisieron hacer realidad, al principio, doctrinas políticas tan bienintencionadas como falsas y, después, se descubrieron en el centro de un oasis de poder y de presupuestos públicos nada despreciables que, al ejecutarse, les han abierto múltiples «oportunidades».  Al principio creyeron en que el Gobierno y sus órganos han de entenderse como agentes de justicia social y aparatos de solidaridad institucionalizada ahora, gestionan al “Estado piñata”.

Así, mientras los bárbaros expandían las fronteras de sus dominios de terror, los políticos y sus funcionarios expandieron las fronteras del Estado de Bienestar.  No comprendieron que, en los países ya ricos y desarrollados, el Estado de Bienestar no erosionó fatalmente a sus fuerzas de seguridad y sistemas de justicia, por el hecho de la riqueza ya creada permitió que fueran amplias mayorías las que, con sus contribuciones sustanciales al sistema, aportaran recursos suficientes para que la expansión del Estado de Bienestar no minara la eficacia de sus “legiones” y, por eso, «Roma subsiste».  En esta parte del mundo, los exiguos recursos con que se ha pretendido imitar aquel sistema, supusieron la degradación y debilitamiento de las “legiones” que tenían que luchar contra las numerosas tribus bárbaras que nos acechan. El resultado está a la vista: «Roma está a punto de caer».

Eduardo Mayora Alvarado

@Vientomares

 

Publicado enArtículos de PrensaJurídicosPolítica

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