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Al Rector Ibargüen.

(Publicado por Siglo 21 en agosto 2013)

A la década de rectoría de la UFM debe añadirse por lo menos otra de trabajo eficaz y silencioso en otros cargos y funciones.  Afirmación ésta que impone la pregunta: ¿para qué tantos afanes? Pues, la respuesta es bastante sencilla y es la siguiente: para promover la libertad individual.

            Es verdad que, para muchos, la UFM no es más que una especie de manifestación orgánica de la clase dominante; una organización para adoctrinar jóvenes y una voz para deslegitimar lo público. Siempre es más fácil hacer una caricatura de tu oponente en el campo de las ideas y, a continuación, darle palo. Empero, una persona como Giancarlo Ibargüen no hubiera dedicado buena parte de su vida profesional a una institución organizada para defender los intereses de una determinada clase o grupo; además, los fundadores de la UFM eligieron –por convicción—un ideario tan explícito y lleno de contenido concreto –el ideario liberal—que haría imposible convertir a la UFM en una especie de “cámara”, “gremial”, “sindicato” o “logia” disfrazada.

            Si se me preguntara por el legado del Rector Ibargüen diría que, principalmente, ha sido la idea del “emprendedor”.  Más específicamente, el énfasis que él puso en que todos los que de un modo u otro nos relacionamos con la Universidad Francisco Marroquín, seamos conscientes de cuáles son las condiciones jurídico-institucionales en que pueden germinar los emprendedores y el entorno en el que pueden brindar a la sociedad los frutos extraordinarios de su genialidad.

            A esos efectos, promovió programas novedosos, entabló alianzas con universidades de primera fila en el mundo, dispuso la construcción de aulas con las características necesarias para la metodología pedagógica aplicable y nos trajo tanto a grandes emprendedores como también a los investigadores que han estudiado la cuestión tan importante de ¿por qué brotan ahí y no aquí?

            Él ya conocía las respuestas más importantes que se han dado a esa cuestión, pero su pasión ha sido que se difundan, que se debatan, que se reflexione sobre todo ello.  Ese proceso ha supuesto la ampliación y profundización de proyectos conjuntos con instituciones como el Liberty Fund, que ha implicado que la UFM se convierta en uno de los más importantes centros latinoamericanos de convergencia de profesores y estudiosos interesados en “explorar la libertad” (idea que ha dado nombre al proyecto).

            No cabe duda de que es lamentable que en países como el nuestro no siempre es fácil distinguir entre el verdadero emprendedor de aquel que, más bien, es un oportunista o, peor todavía, promotor de regímenes ventajistas o de privilegios.  En última instancia –y esto también forma parte de los temas cuyo debate impulsó el Rector Ibargüen— las dos especies antitéticas son el emprendedor y el busca rentas y no el emprendedor y el político, excepto cuando el político se colude con el busca rentas para drenar los recursos del conglomerado social.

            Otro acierto suyo ha sido demostrar, con hechos, que no son las colectividades, las que hacen la diferencia; somos los individuos. Gracias, Giancarlo, por haber hecho la diferencia a favor de libertad.

Eduardo Mayora Alvarado.

@Vientomares

Publicado enArtículos de PrensaJurídicosPolítica

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