(Publicado por Siglo Veintiuno el 11 de marzo de 2011)
El martes pasado Siglo Veintiuno informó que la Policía Nacional Civil (PNC) disolvió el bloqueo que un grupo de campesinos mantenía en el puente El Zarco, kilómetro 178 de la carretera al Pacífico. La PNC reporta que se intentó dialogar con los manifestantes, pero se tuvo que recurrir a gases lacrimógenos. En la nota se añade que los inconformes forman parte del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca) y protestan por el alto costo de la vida y piden nacionalizar la energía eléctrica.
La pregunta básica, en relación con este tipo de protestas, es: ¿contra quién se realizan? Dicho de otra forma, ¿quién tendría que actuar, de algún modo, para satisfacer las demandas de los manifestantes? En este caso en particular, ¿quién tiene en sus manos hacer que baje el “alto costo de la vida” o “nacionalizar” la energía eléctrica?
A lo que voy es a que nos dejemos de historias. Estas protestas son expresiones de activismo político puro y duro, en este caso, de ideología socialista. Se trata de ciertos grupos de personas que no han abandonado la idea de que pueda instaurarse un régimen socialista en nuestro país y están actuando para conseguirlo.
Separemos dos cosas: una, ¿tienen derecho a pensar así y a abrazar alguna forma de socialismo como su ideología? Otra, ¿tienen derecho a recurrir a los medios que emplean para promover sus ideas? La respuesta a la primera pregunta es, por supuesto, que sí. No solamente tienen derecho a hacer propia la ideología que prefieran, sino a expresar libremente y sin censura sus ideas. Tienen derecho a intentar, además, persuadir a sus conciudadanos de que sus ideas son las más convenientes para el bienestar de ellos o de la generalidad de las personas. Si quisieran, pueden publicar libros, artículos, panfletos o aprovechar la maravilla de la Internet para difundir su pensar por doquier.
La respuesta a la segunda pregunta es, por supuesto, que no. ¿Que no pueden protestar públicamente? No, si bloquean un puente, una carretera, un aeropuerto o lo que fuera.
Como todos sabemos, la réplica de estos grupos a este punto suele ser la siguiente: –¿por qué, entonces, los grupos clandestinos de las derechas sí tienen derecho a perseguirnos, reprimirnos o a intimidarnos?
Y aquí enlazo con algunas de las ideas expuestas por la Sra. Torres en su discurso del barrio de la Carolingia, lanzando su precandidatura. Ningún grupo clandestino, ninguna persona, puede recurrir a la intimidación o a la violencia para defender sus intereses. Eso está legalmente penado, pero ha ocurrido muchas veces impunemente. Y esa circunstancia se debe a que haya tantos líderes políticos y tantos ciudadanos que crean que una sociedad puede prosperar sin invertir, en serio y a fondo, en las instituciones públicas y órganos de gobierno encargados de hacer valer las leyes y de garantizar a los habitantes del país el goce y disfrute de sus derechos y libertades.
De lo que pude escuchar del discurso de la Sra. Torres, ella es una de esas personas que creen que basta con tener sensibilidad social y nobles intenciones para que una nación alcance la prosperidad. Pero no; lo que hace falta es que impere el derecho por igual para todos y trabajar muy duro.
Eduardo Mayora Alvarado.
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