(Publicado por Siglo Veintiuno el 6 de octubre de 2011)
¿No es interesante que algunos que se pronuncian en contra de la minería ni siquiera pudieran imaginar su vida si la minería no existiera? La casa en que viven, los utensilios que emplean para comer, el auto que conducen y el ordenador en que escriben sus artículos condenándola están a su disposición gracias, en buena parte, a la actividad minera.
El martes pasado un estudio sobre las operaciones de la Mina Marlin, escrito por Lyuba Zarsky y Leonardo Stanley, miembros del “Instituto de Desarrollo Global y Medio Ambiente” (un nombre de por sí sugestivo, diría yo) mereció un titular, una noticia y una columna de opinión en este matutino. El informe del “Instituto Fraser” sobre la actividad minera en setenta y nueve jurisdicciones, Guatemala incluida, al que me referí hace dos semanas no mereció atención alguna. Eso comprueba uno de mis pronósticos en ese mismo artículo, a saber: que en nuestro país la mentalidad dominante sobre la minería seguirá siendo la mitológica y, por supuesto, contraria.
No he leído el estudio de Zarsky y Stanley, pero llamó mi atención que las breves citas que del mismo hizo Alejandra Marroquín en su artículo del pasado martes exhiben la falta de coherencia de sus planteamientos. En efecto, por un lado los autores del estudio recomiendan que se suspendan las operaciones de las minas Marlin y Cerro Blanco, ambas de GoldCorp, y por el otro recomiendan que se reforme la legislación de Guatemala para que se capture una mayor porción de los ingresos de las compañías mineras y que, de las regalías cobradas, se dé mayor participación a las municipalidades locales.
Son incoherentes porque la suspensión que recomiendan (para realizar otra vez evaluaciones ambientales, socio-económicas y hasta de impacto de cambio climático) no está basada en la Ley y, de acuerdo con el informe del Instituto Fraser, Guatemala se encuentra ya en la posición 75 de las 79 jurisdicciones examinadas… Si se adoptaran las recomendaciones de Zarsky y Stanley, ¿qué podríamos esperar como resultado? Muy probablemente, que Guatemala baje a un puesto todavía peor. La legislación podría reformarse y poner una regalía de 15% o lo que quisieran pero, obviamente, los ingresos para el Estado y las municipalidades difícilmente mejorarían: no habría quién los pague.
Creo que muchas personas de buena voluntad no han comprendido que el tema de la minería (como el de la agricultura, la industria petroquímica o la pesca) es un “paquete” y así se analiza tanto por posibles inversores nacionales como extranjeros. El “paquete” incluye: estabilidad política; certeza jurídica; protección del medioambiente; infraestructuras; seguridad personal, mano de obra calificada; transparencia regulatoria y, por supuesto, los costes fiscales y parafiscales. Estos últimos son un “sub-paquete”: ISR, más IVA, más regalías, más tasas, más IGSS, más IRTRA, etcétera. Todos esos rubros se listan con su respectivo coste en la columna contigua y así se determina cuánto cuesta el “paquete”. Puede que en la jurisdicción “X” las regalías sean más altas que en la “Y”, pero que en la “Y” las carreteras sean constantemente bloqueadas o las reglas del juego sean inestables o simplemente ignoradas por las autoridades… ¿Saldo final? Mejor la “X”.
Eduardo Mayora Alvarado.
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