Entradilla: Algunos opinan que el problema no es de reglas, sino de personas. Quizás se equivoquen, por lo menos en parte.
Rompetexto: Si bien las reglas no determinan todos los resultados de un proceso, pueden ser la gran diferencia.
Tomemos dos de los numerosos sectores de la vida institucional de Guatemala para intentar extraer algunas reflexiones sobre si las reglas aplicables son un factor importante, respecto de los resultados. Veamos, por un lado, el sistema de Partidos Políticos y su régimen (el “sistema electoral”) y, por el otro, el sistema Monetario y su régimen (el “sistema monetario”).
Para 1985, cuando se promulga la Constitución Política actualmente vigente, los dos sistemas arrancaban, por así decirlo, de cero. Era un nuevo régimen constitucional que, si bien reproducía algunas reglas e instituciones del pasado, también incorporaba ciertas novedades.
Es interesante que, al cabo de los primeros cinco o seis años desde ese punto de partida, los procesos electorales internos de los partidos políticos y las elecciones que se dieron a nivel nacional y municipal, se consideraron, en general, exitosos. Sin embargo, del lado monetario, ante una inflación desbordada y la consiguiente devaluación del quetzal, se implantó el control de cambios y se promulgó el Delito Cambiario. Así, probablemente sea válido afirmar que, para cuando se ratifica la reforma constitucional de 1993, el sistema electoral –sin ser perfecto—había dado mejores resultados que el sistema monetario.
En efecto, para ese momento había por lo menos tres partidos políticos con ideologías definidas, con bases y simpatizantes convencidos y las elecciones nacionales y las municipales habían sido exitosas en dos ocasiones consecutivas. Claras, eficientes y con resultados inmediatos. Por supuesto, había problemas políticos complejos y el conflicto armado interno continuaba vigente; sin embargo, el sistema electoral, como tal, funcionó adecuadamente.
Ahora bien, a partir de la Reforma del 93, el régimen monetario se modifica a nivel constitucional seguido, unos años más tarde, de una reforma legislativa integral. Por su lado, por medio de reformas sucesivas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, también se fue modificando el sistema electoral.
¿Cuáles han sido los resultados de las modificaciones a las reglas del juego en cada uno de los dos sistemas? Si bien los dos procesos tuvieron cada uno su propio cauce y también sus propias dinámicas y motivaciones, creo que sí son suficientemente comparables. Así, unos veinticinco años después de la Reforma del 93, Guatemala ha disfrutado de estabilidad monetaria y su calificación por parte de las agencias internacionales ha presentado, invariablemente, este
factor del lado positivo. Por el contrario, el sistema electoral ha ido perdiendo efectividad como intermediario del poder entre la ciudadanía y el gobierno y también ha perdido credibilidad. Particularmente, durante los últimos tres o cuatro años, cuando más se han propuesto, rechazado e introducido reformas al régimen electoral, la mejor descripción que puede darse del mismo es que está en crisis.
En conclusión puede afirmarse, me parece, que la historia reciente de estos dos sectores de la vida institucional de Guatemala demuestran que, sin ser el único factor que influye en su éxito o en su fracaso, el de “las reglas del juego” es un elemento determinante. Si los guatemaltecos tienen la voluntad de mejorar su sistema político, deben examinar a fondo y modificar las reglas que lo rigen. Las mismas reglas difícilmente van a dar resultados diferentes.
Eduardo Mayora Alvarado.
Marsella, 27 de junio de 2018.
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