Entradilla: La marcha de migrantes ha puesto al desnudo, para el mundo, una tragedia subyacente. Eso no es más que la punta del iceberg.
Rompetexto: Las cosas no van a cambiar manteniendo el statu quo; se requiere de reformas a fondo para ir a la raíz de las fallas.
Hace apenas unos treinta años la noción de “mojado” se relacionaba con los inmigrantes ilegales en los Estados Unidos originarios de México. En Guatemala la gente reía de la película “Nacido en el este de los Ángeles”, que presentaba la situación de un ciudadano de los EEUU que, por circunstancias de su trama cómica, fue tratado por los oficiales de migración de su propio país como si fuera un inmigrante ilegal. Mirando a la otra frontera, para mediados de los noventas, eran más los salvadoreños que habían emigrado a los EEUU que los originarios de Guatemala.
Esta vez son los hondureños los protagonistas de las noticias. Pero algo ha cambiado. No son un grupo de cinco, de veinte o de cuarenta personas conducidos clandestinamente por “coyotes” a cambio de un precio. Son miles de personas que, desde el momento de su partida, han hecho pública su intención: emigrar a los EEUU.
Por las redes sociales se han difundido cientos de mensajes, fotografías, análisis, testimonios y declaraciones que procuran, unas, desacreditar esta “marcha de migrantes” como políticamente motivada y urdida por opositores del régimen del presidente Juan Arnoldo Hernández o del régimen del presidente Donald Trump, según otros. No faltan los suspicaces que piensan que es esto, exactamente, lo que los republicanos necesitaban para ganar las próximas elecciones legislativas.
Es muy difícil decantar de tanta información y opiniones aquello que pudiera acercarse más a la verdad. Sin embargo, estos miles de hondureños han dado a la tragedia de la emigración ¿ilegal? una nueva dimensión. El “problema” ha cambiado de orden de magnitud para convertirse en una crisis migratoria internacional “mediática”. Nunca antes los migrantes centroamericanos habían sido filmados en su peregrinaje hacia “la tierra del hombre libre” como ahora.
Como tal, pasa a quedar sujeta a las normas del Derecho internacional migratorio, más allá que el derecho migratorio de cada país que tiene que enfrentar la crisis. No sólo los tratados –que no todos los Estados involucrados han ratificado por igual—sino también el Derecho internacional migratorio consuetudinario y los numerosos aspectos migratorios del Derecho internacional de los Derechos Humanos van a invocarse por éste y, quizás, otros grupos semejantes. Como si eso fuera poco, algunos aseguran que se han identificado migrantes de orígenes extra centroamericanos que, además, pudieran estar relacionados con el terrorismo internacional. La emigración de los cientos de miles de centroamericanos que en las últimas décadas han dejado su patria por el sueño de una vida mejor, ya está en las pantallas de todo tamaño, de todo dispositivo, en todo el mundo.
Pero, volviendo al principio, Guatemala ha ido convirtiéndose, al paso de las últimas tres décadas, en un país de emigración masiva. Y esto es una forma de medir como, paralelamente, su estructura política, sus instituciones, su economía han ido exhibiendo fallas graves. Mientras tanto, sus élites se han conformado con mantener un statu quo jurídico-político bajo control y una macroeconomía estable, que consideran “aceptables”. Quizás no sea poco, pero desde luego, no es suficiente para que las oportunidades lleguen a esos miles de seres humanos sumidos en la pobreza y en el desconcierto que asumen el riesgo de sus propias vidas, con tal de dejar una situación que, aquí, para ellos es insoportable. Creo que ha llegado la hora de resolver esas graves fallas.
Eduardo Mayora Alvarado.
Ciudad de Guatemala, 24 de octubre de 2018.
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