Entradilla: El sentido de “injusticia” en todo ser humano se activa cuando se percata de que se le ha tratado de un modo diferente al precedente establecido.
Rompetextos : Las señales o marcas del camino, las bases para hacer planes y forjarse expectativas ciertas, son los precedentes judiciales. De eso depende la certeza jurídica.
La fuerza de los precedentes es extraordinaria. En todos los órdenes de la vida los precedentes tienen una significación muy especial. En la formación de todos los seres humanos, desde muy temprana edad, los precedentes del pasado son la base de las expectativas hacia el futuro; la base, por tanto, de los planes que cada persona pueda trazarse.
No es de extrañarse que todos los sistemas de justicia del mundo se basen, en una u otra medida, en los precedentes. Incluso en aquellos países que suelen llamarse de “derecho legislado” o de “ley escrita”, que pertenecen principalmente a la tradición jurídica romano-germánica, hoy en día la fuerza de los precedentes es fundamental.
La tecnología más avanzada está al servicio de los precedentes en esta era del “blockchain”, de la inteligencia artificial y de las “apps”. Tanto en los Estados Unidos como en Europa y otras regiones del mundo han ido desarrollándose grandes empresas que se especializan en aplicaciones para realizar búsquedas inteligentes de los precedentes necesarios para argumentar los asuntos que se discuten ante los tribunales de justicia. Es más, en este mundo globalizado –a pesar de los pesares—son ya varias las compañías que ofrecen soluciones “multi-jurisdiccionales”. Así como las compañías telefónicas ofrecen planes que cubren todo un continente o a veces más, también las empresas especializadas en la gestión de bases de datos jurisprudenciales ofrecen paquetes multi-jurisdiccionales.
Y es que, en varios aspectos muy importantes, la justicia se funda en el precedente. Todo ser humano tiene un sentido de la “injusticia” y ese se activa, con mayor intensidad, cuando en una ocasión anterior la regla que se ha hecho valer, para un mismo conjunto de hechos, ha sido la “Regla X” y para su caso, se aplica la “Regla Y”. Y entonces se formula la queja, brota el reclamo: ¿Por qué se me trata diferente? ¿Por qué se me trata injustamente? ¡Tengo derecho a que se respete el precedente!
Los máximos tribunales de esos países en los que se ha comprendido la importancia del sistema de justicia, como pilar del Estado de derecho, saben que sus fallos, cada uno, tienen un impacto enorme. Establecen los precedentes que en el futuro se invocarán para decidir todos los casos análogos que puedan presentarse. En ese sentido, “producen el derecho”. Por eso, un gran jurista Español, Álvaro d’Ors, afirmaba que el derecho está en las páginas de las sentencias de los jueces.
Una de esas cosas irónicas es que, a menos que los propios jueces sean sumamente disciplinados en observar los precedentes, su valor para la sociedad se erosiona. En efecto, cuando los precedentes no se observan por los propios órganos jurisdiccionales, su valor adquiere una connotación diferente. Los precedentes ya no sirven para crearse expectativas ciertas, sino para medir los niveles de falta de certeza jurídica que imperan. En ese sentido, su valor se torna negativo.
Por consiguiente, el valor de los precedentes –el positivo— depende directamente de la disciplina con que todos los tribunales, desde el de máxima jerarquía hasta el más modesto, observen su aplicación a casos futuros.
En sumamente difícil medir en nuestra jurisdicción hasta qué punto los precedentes tengan un valor positivo o negativo. Sin embargo, basado en los numerosos estudios que desde los años de la MINUGUA se han publicado sobre el sistema de justicia de Guatemala, me atrevo a afirmar que hay mucho camino por recorrer. Es necesario hacerlo, por la justicia.
Eduardo Mayora
Guatemala 10 de abril de 2019.
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