Entradilla: El deseo de independencia debe, necesariamente, relacionarse con un ideal político.
Rompetextos: Los próceres lucharon por ideales políticos claros; ¿cuáles son los ideales por los que luchan quienes ahora exigen que se respete la Independencia? “Obras son amores …”
Hay diversas teorías de por qué y cómo se declaró la independencia de las naciones de Iberoamérica. Algunos, como Salvador de Madariaga, la entienden como el resultado del conflicto multisecular entre “los hombres de capa y espada”, por una parte, y los clérigos y los letrados, por la otra. Del lado de los conquistadores y sus descendientes, los primeros; del lado de los débiles y de la corona, los segundos. Otros la ven, con Severo Martínez Peláez, como la instauración de “la patria del criollo”. Aquí, la versión oficial es la de la lucha por la emancipación de España, entendida como el autogobierno de la nación centroamericana en condiciones de libertad y justicia.
Pero la cuestión de para qué quieren los guatemaltecos –al igual que otros de pueblos de Iberoamérica—ser independientes, sigue vigente. Cada día que pasa, la cuestión queda planteada, principalmente, cuando se cuestionan las falencias del Estado guatemalteco.
Quiero decir que, si la versión oficial de la Independencia tiene algo de verdadera, su fundamento vendría a ser el siguiente: como el régimen jurídico-político Centro América, como parte del Imperio Español, carecía de los derechos y libertades ciudadanas más caros para los habitantes de estas tierras, con la firme intención de formar un régimen jurídico-político que garantizara esos derechos y libertades, se declaró la Independencia.
Para demostrar esa tesis muchos historiadores han buscado en los escritos, declaraciones, correspondencia y obras de los “próceres de la independencia” el sustento necesario. Algunos habrá que consideran que sí existe, otros que no. Sin embargo, la cuestión se nos vuelve a plantear hoy, a todos: la independencia, ¿para qué?
Es verdad que la independencia de cualquier Estado puede mirarse también en términos de sus relaciones con otros Estados y con las organizaciones internacionales reconocidas como sujetos del derecho internacional. Y también en ese sentido existe una dimensión de la libertad política. Es decir, aquella consistente en que cierto Estado actúe “independientemente” de los demás. Un país es, en ese sentido, “libre”.
Según mi parecer, empero, hoy en día es más importante que un Estado sea libre en otro sentido. Uno en que, en todos los aspectos de su vida, interesa más al ciudadano medio. Y lo que más interesa al ciudadano medio es su libertad y su seguridad. Le interesa que ella o él y sus hijos, su familia más extendida, sus amigos, sus compañeros de trabajo, sus socios, etcétera, sean titulares de unos derechos y unas libertades que todos los órganos del Estado respeten y hagan valer.
Por supuesto, algunos estiman que, entre esos derechos, los hay también sociales y ambientales. En un Estado cuya independencia vale la pena celebrar, esos ciudadanos son “libres” de pensar así y de expresar sus ideas y nadie, mucho menos los poderes públicos, deben poder molestarlos por sus preferencias ideológicas, siempre y cuando las promuevan pacíficamente dentro del proceso político.
Por tanto, la pregunta clave es si la independencia tiene sentido fuera de los valores, principios e ideales que, efectivamente, haya hecho realidad. Yo respondo que no. Que la Independencia sólo puede celebrarse cuando su declaración ha redundado en la instauración de un régimen jurídico-político en el que la libertad, el imperio del derecho, la justicia y la seguridad de los ciudadanos sean efectivamente garantizados por los poderes públicos. Lamentablemente, estamos muy lejos de que así sea.
Eduardo Mayora Alvarado.
Ciudad de Guatemala 18 de septiembre de 2019.
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