Entradilla: en la vida del Estado también hay prioridades; deben identificarse con cuidado.
Rompetextos: las conclusiones del ENADE convergen con las vertidas por analistas serios, por organismos internacionales, países amigos y otros. Hace falta una reforma a fondo.
En un Estado que pueda considerarse “sano”, un “Encuentro Nacional de Empresarios” (ENADE), abocado al examen de asuntos de la vida pública, como el régimen electoral y de partidos políticos, el sistema de justicia, el servicio civil o cosas parecidas, no se entendería. En un Estado sano los empresarios se enfocan, en tanto empresarios, en los “temas de empresa”. Como ciudadanos, unos habrá que participen en un partido político, otros en una ONG promotora de cierto tipo de educación o defensora de bienes culturales o, en fin, en cualquiera de los mil fenómenos constitutivos de la “sociedad civil”.
Pero, como éste es un Estado “enfermo”, los empresarios, por conducto principalmente de FUNDESA, han preparado desde hace ya años todo un congreso sobre cuestiones sociales, económicas y políticas. Los organizadores identifican a autoridades a nivel internacional sobre los tópicos que habrán de abordarse –incluyendo ex mandatarios, periodistas o escritores famosos y a profesores universitarios de renombre mundial–, realizan talleres preparatorios y el día del congreso se formulan propuestas de políticas públicas o de reformas legislativas. Pero esta vez, las conclusiones del ENADE 2019, que se tornan en propuesta a la ciudadanía, incluyen planteamientos estructurales sobre el Estado: la reforma jurídico-institucional del proceso político (puesto en mis palabras) y del sistema de justicia.
Procurando atajar algún malentendido sobre lo que arriba he dicho, he de aclarar que no tengo crítica alguna en contra del esfuerzo de FUNDESA o de la realización del ENADE. Solamente señalo que, en mi humilde opinión, es en la enfermedad del Estado donde hemos de encontrar las principales motivaciones de este congreso a nivel nacional de los empresarios.
Comparto las conclusiones del ENADE 2019, por lo menos, a un nivel “general”. En términos del orden de prioridades, creo que no. A mí no me cabe duda de que hay que empezar por la justicia. ¿Por qué?
Por dos razones principales, a saber: el proceso electoral y la intermediación entre los ciudadanos y el poder, realizada por los partidos políticos, ni tienen carácter cotidiano ni se relaciona con los problemas concretos de los ciudadanos en su vida ordinaria. El proceso electoral, tiene lugar cada cuatro años. Por supuesto, unas malas políticas públicas, una mala gestión administrativa, unas leyes mal orientadas tienen consecuencias para los ciudadanos, pero no concretas e inmediatas como sí lo tiene la falta de justicia.
La falta de justicia permite a un poderoso abusar de un débil, a un estafador engañar a un ingenuo, a un extorsionista amenazar a un indefenso, a un corrupto parasitar de los caudales públicos, a un negligente escapar de su culpa, a un mafioso florecer en sus negocios sucios, todos ellos, impunemente. Cada uno de esos casos tiene una víctima concreta e inmediata que, sin justicia, tiene que tragarse ofensas, pérdidas e injurias… hasta el día en que decide, mejor, pagarle a un coyote y emigrar.
La falta de justicia permite la irresponsabilidad, la prepotencia y la indolencia en el manejo de los asuntos públicos. Facilita, en los negocios privados, la imposición abusiva de condiciones, el engaño, y la imprudencia.
Eduardo Mayora Alvarado
Ciudad de Guatemala 23 de octubre de 2019.
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