Entradilla: Pocos guatemaltecos han luchador más por el Estado de derecho en Guatemala que este español.
Rompetextos: Tenía la ilusión de sembrar la semilla de una profunda reforma jurídico-institucional. Su obra tendrá consecuencias en el largo plazo.
El profesor Manuel Ballbé Mallol no fue solamente un gran jurista. Era un hombre apasionado por la justicia, por el derecho, por la verdad. Era brillante, de buen humor, pudiendo presumir de muchas cosas, era humilde y su compañía era un deleite.
Tuve el honor de conocerlo hacia mediados de la década de los noventa. La Cooperación Española Internacional había cubierto los costes de un diagnóstico sobre las instituciones del sistema de justicia en Guatemala, incluyendo lo relativo a la formación universitaria de los futuros abogados, fiscales, jueces, etcétera. A la sazón yo era decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Francisco Marroquín y, debido a ello, se nos convocó a reunirnos con Manuel y sus colegas.
Su carácter de líder nato, pero, sobre todo, la pasión con que hacía las cosas, lo convirtieron en el encargado de hacer la presentación. Iba a dar opiniones críticas desfavorables sobre la formación jurídica en Guatemala a los propios responsables, en ese momento, de su conducción. Hizo todo lo que pudo para evidenciar su profundo respeto por nosotros, por nuestras facultades, por Guatemala. Pero Manuel nunca fue de los que se callaba lo que tenía qué decir.
No nos traía, empero, solamente una opinión más sobre las deficiencias de la formación jurídica en el país, sino también propuestas. De todo aquello nació, unos seis o siete años después, un programa de doctorado en derecho para profesores guatemaltecos (53) sufragado por España, siempre generosa y enfocada en la médula de los desafíos que enfrentamos: la edificación del ideal del imperio de derecho.
Profesores, biblioteca, investigación, intercambios. Todo aquel programa con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), de cuyo Departamento de Derecho Público Manuel era a la sazón el director, fue pródigo en capital humano. Manuel había formado un grupo de colegas que, teniendo como ejemplo su dinamismo y audacia intelectual, integraban un elenco formidable.
Manuel estudió a profundidad muchos problemas jurídicos; sin embargo, sus aportes al tema de la integración europea, sus estudios sobre la integración de los EEUU, su comprensión a fondo de los riesgos que enfrenta el control judicial de la legalidad, la claridad y objetividad con que investigó el problema de la seguridad en una sociedad democrática, para no mencionar sino unos cuantos temas, lo convirtieron en autor de libros de una agudeza e interés extraordinarios.
Obras como “Soberanía Dual y Constitución Integradora” (con Roser Martínez) y “Estado Competitivo y Armonización Europea” (con Carlos Padrós), debieran ser lectura obligada para los integracionistas centroamericanos. Los puntos que expone son cuestiones fundamentales de la integración y de increíble actualidad para nuestra región, además del acierto y sencillez con que se presentan.
No menos relevante resultan sus estudios e investigaciones sobre el problema de la seguridad en una sociedad democrática. Sean bandas de terroristas o de mareros, nuestras sociedades enfrentan enormes desafíos en materia de seguridad, pero el más grande quizás sea el de que los ciudadanos pacíficos que se rigen por la Ley no sepulten sus libertades y derechos por el afán de erigir una seguridad hermética. Los aportes de Manuel en este tema fueron, también, de primer orden.
Muy joven –apenas contaba los 69—se nos ha ido el pasado 11 de febrero el profesor don Manuel Ballbé Mallol. Estoy seguro de que quienes lo conocimos siempre lo recordaremos con cariño, con admiración y gratitud. Mis respetuosas condolencias a su familia, a sus colegas y a mi Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Eduardo Mayora Alvarado
Ciudad de Guatemala, 23 de febrero de 2020.
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