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¿Llegó la hora?

Rompetextos: Uno de los elementos clave de la pandemia, son los asintomáticos; sólo las pruebas masivas pueden detectarlos.

Entradilla: ¿para qué endeudar al país por generaciones, si las empresas pueden pagar los salarios?

¿Cuánto cuesta crear cada plaza de trabajo? Quizás algunos lo piensen en términos del salario que se deba pagar a cada trabajador, pero no es así. Dependiendo de la naturaleza de la empresa para la que trabaje, hace falta mucho más que pagar el salario. Si fuera una empresa industrial haría falta el capital para las máquinas que tendrá que operar, las materias primas, las oficinas administrativas, vehículos para transportar productos terminados, las bodegas para almacenar inventarios, las naves industriales en las que se instalen las máquinas, los sistemas informáticos, las instalaciones eléctricas y de telecomunicaciones y un largo etcétera.

De ahí se sigue que, una vez creadas, la destrucción de plazas de trabajo tiene un coste sumamente alto. Por lo general, el capital proviene del ahorro y el ahorro del sacrificio de consumos presentes. Los ahorros de miles de personas van a los bancos que, como intermediarios financieros, los ponen a disposición de los empresarios por medio de préstamos. De ahí que la destrucción de plazas de trabajo puede también entenderse como un desperdicio de los sacrificios de miles de personas que renunciaron a consumos presentes para ir formando la semilla del capital necesario para crear plazas de trabajo.

Pero ¿quién ha hablado de destruir plazas de trabajo? Efectivamente, creo que, quitando quizás a unos cuantos radicales, a nadie interesa tal cosa. Y, sin embargo, son muchas las que pudieran destruirse de extenderse más algunas de las medidas dictadas para hacer frente a la pandemia.

Se me dirá que las medidas han sido necesarias y que es imperativo mantenerlas para proteger la salud y la vida de la población. Y creo que, hasta un cierto punto, así ha sido. Doy gracias a Dios que no estemos en la situación de nuestros hermanos de Guayaquil, por ejemplo. Y, sin embargo, el costo de prevenir más contagios con medidas inidóneas puede llegar a ser mayor que el costo de esos contagios y de las vidas perdidas.

El crecimiento económico de Guatemala durante las últimas dos décadas, modesto como ha sido, ha permitido mantener un cierto equilibrio económico. La producción del sector privado, al lado de le emigración a EEUU (como “válvula de escape”) y de las remesas que han enviado los emigrantes, conforman una base sobre la que se puede edificar. La macroeconomía también ha sido estable y con la ayuda de regímenes especiales y subvenciones, ciertos sectores se desarrollaron hasta formar clusters importantes. Quizás no sea mucho, pero si llegara a sofocarse más allá de cierto punto, la “calamidad” resultante pudiera ser mayor que el COVID-19.

Hay algunas estrategias para enfrentar este desafío que no conllevan el cierre prolongado de las empresas y servicios públicos. Algunos países, como Corea del Sur, se han enfocado en pruebas masivas y el seguimiento de las relaciones de los que den positivo, poniendo a disposición de la población autoservicios donde los automovilistas pueden pasar y hacerse la prueba. Se han llegado a practicar 20,000 pruebas diarias.

Hablo, pues, de un regreso gradual, planificado adecuadamente, acompañado de pruebas masivas descentralizadas, con controles en fronteras, puertos y aeropuertos, con seguimiento riguroso de posibles agentes de contagio, tanto sintomáticos como asintomáticos. Las medidas de cierre temporal de empresas y servicios públicos, de endeudamiento público masivo y de confinamiento de la población no son el camino, parece, sin pruebas masivas y seguimiento. Con sólo invertir el 10% de los dieciséis mil millones de quetzales de deuda incurridos, pudiera haberse adquirido una cantidad significativa de dispositivos para hacer pruebas masivas y creado la infraestructura para hacerlas. No es demasiado tarde para adoptar medidas exitosas ni para ir liberando la economía.

Eduardo Mayora Alvarado

Ciudad de Guatemala 7 de abril de 2020.

Publicado enArtículos de PrensaEconomíaEstadoSociedad

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