Creo que ningún guatemalteco de buena voluntad puede abrigar tales deseos. Guatemala está en los últimos lugares en varias mediciones independientes a nivel mundial. La malnutrición infantil es una realidad lacerante, el rendimiento académico de los jóvenes de este país, el estado de la salud pública, la quiebra del sistema de justicia, los niveles de corrupción y unas infraestructuras públicas en ruinas, para no citar sino los desafíos más conocidos, son razones de sobra para abrigar el más hondo deseo de que el siguiente gobierno sea un éxito rotundo.
Es inevitable que, a lo largo de los próximos cuatro años las nuevas administraciones púbicas tengan aciertos, pero también cometan errores. Pienso que, sea cuando lleguen los aciertos o se cometan los errores, hay que olvidar las diferencias ideológicas y aportar puntos de vista objetivos, bien informados y oportunos para que los aciertos den todavía más fruto o para que los errores se enmienden en cuanto antes.
La mayoría de los guatemaltecos ha votado por Arévalo y Herrera y la campaña y las confrontaciones ideológicas ya se han manifestado; ahora, debemos todos recordar que, como dice la conocida expresión, vamos en el mismo barco. Eso no significa que no deba haber oposición política; por el contrario, la pluralidad de posicionamientos en la arena política no solamente deben poder manifestarse, sino que es conveniente a la vida del Estado que así sea. Eso, sin embargo, es cosa muy diferente de las actitudes cerriles, de las posturas dogmáticas y el oportunismo político.
Habiendo superado dificultades extraordinarias para llegar a la transmisión pacífica del poder a quienes ganaron en elecciones libres y transparentes, todos los sectores de la vida nacional tienen ahora grandes oportunidades. Tanto los inversores domésticos como los extranjeros que esperaban a ver cómo iba a desenlazarse la situación política que se ha presentado desde finales de agosto, podrán respirar hondo y volver a la mesa de diseño de sus planes de inversión.
Pero, sobre todo, todos y cada uno de los ciudadanos de este país podrán mirarse en el espejo y decirse a sí mismos: –vivo en una democracia, mi voluntad soberana, como parte del pueblo, se ha respetado. No son la mayoría de los ciudadanos del mundo que pueden sentirse orgullosos de que su voluntad sea respetada, más bien, es un club bastante exclusivo.
El punto, sin embargo, es el futuro y a ningún guatemalteco honrado, que vive y lleva su profesión, oficio o negocios de acuerdo con la ley, conviene que el próximo gobierno fracase. Naturalmente, Arévalo y Herrera tienen convicciones ideológicas firmes que no son las mismas que las de todos los guatemaltecos; pero la mayoría ciudadana ha creído que son ellos, con su visión de las políticas públicas necesarias para el desarrollo de Guatemala quienes deben conducir el Poder Ejecutivo y, en el caso del presidente electo Arévalo, ejercer la jefatura del Estado.
Pero, no todo está mal ni cabe una visión fatalista del presente de la nación y de sus posibilidades de desarrollo. También tiene Guatemala fortalezas importantes: estabilidad monetaria, equilibrio fiscal, solvencia financiera y bancaria, un empresariado dinámico y audaz, riquezas culturales extraordinarias, una singular belleza natural, una ubicación geográfica privilegiada y una población joven, llena de sueños y energías. Esta es otra oportunidad de despegar, !no debe desperdiciarse!
Eduardo Mayora Alvarado
Ciudad de Guatemala, 27 de diciembre de 2023.
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