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Sobre las relaciones con Taiwán.

Hace unos años tuve el honor de ser invitado por el Gobierno de Taiwán para conocer, sobre todo, su sector institucional de justicia y sistema legal. Fue una experiencia sumamente interesante y me permitió apreciar muchos aspectos del país y de sus gentes. Volví con la mejor opinión del acierto con el que sus élites han aprovechado las oportunidades que se les han presentado para el desarrollo económico, cultural e institucional del país y la sociedad taiwanesa. Creo que tanto el gobierno como la sociedad guatemalteca deben reconocer con gratitud los frutos de la relación que entre ambas naciones ha existido.

Sin embargo, Guatemala no debe mantener la política de reconocer en Taiwán un Estado, ignorando la circunstancia de que, como recientemente ha publicado este diario (26/10/2024), el portavoz de la cancillería de la República Popular de China, Lin Jian, ha hecho ver que son ya 183 países del mundo que han establecido relaciones diplomáticas con China. Como es bien sabido, los propios Estados Unidos de América han procedido así. No debe hacerlo porque una forma en que pueblo y gobierno chinos pueden entender la política exterior es como un “juicio de la historia.”

Me refiero a que, por regla general, las relaciones diplomáticas se entablan con entidades a las que se reconoce como soberanas y con un gobierno legítimo. En ese sentido, el hecho de que el gobierno de Guatemala no entable dichas relaciones con China presupone un juicio de valor sobre esas circunstancias y, tres cuartos de siglo después de unos acontecimientos sumamente complejos y surgidos de una situación de posguerra mundial, ¿qué razones pueden sustentar la posición del gobierno de Guatemala?

La República Popular de China es un miembro de pleno derecho de la Organización de las Naciones Unidas, a tal punto que es uno de los miembros permanentes de su Consejo de Seguridad. ¿De qué modo, entonces, pudiera siquiera imaginarse que no es una entidad soberana? Sobre la legitimidad de su gobierno, los de otros 183 Estados miembros de la ONU lo reconocen como tal, ¿en qué puede basarse el gobierno de Guatemala para considerarlo de otra manera?

Por supuesto, cualquier persona puede opinar a favor o en contra de la forma de organización de la República Popular de China o de ciertas políticas de su gobierno. El hecho de entablar relaciones diplomáticas con cualquier país no conlleva un juicio de valor sobre esos aspectos, como, por ejemplo, el hecho de que Guatemala mantenga relaciones diplomáticas con Cuba no implica un aval sobre la forma de organización del Estado cubano o ciertas políticas de su gobierno. ¿A qué viene el parangón? Bueno, a un nivel muy general, los dos Estados tienen un sistema de gobierno unipartidista y el partido que gobierna es el Partido Comunista.

Por otra parte, como es bien sabido, miles de comerciantes importan mercancías de China y no pocos exportan a ese gigantesco mercado. El afirmar que millones de guatemaltecos usan y se sirven de productos fabricados allí no es una exageración y esas relaciones comerciales y de negocios, según parece, sólo van a ir en aumento.

Si el gobierno de Guatemala entablara relaciones diplomáticas con la República Popular de China, el gobierno de Taiwán sufriría, a no dudarlo, un golpe diplomático y pudiera sentirse decepcionado por una decisión como esa. Pero, definitivamente, no sería una traición ni mucho menos. Las relaciones diplomáticas se basan en muchos factores, uno de los cuales es la dura y cruda realidad y, sin lugar a duda, desde esa perspectiva, el hecho de que se mantengan con Taiwán es una anomalía. Al entablar relaciones con la República Popular de China el gobierno de Guatemala podría, como lo han hecho otros, adoptar una posición a favor de que, de cualquier modo que se resuelva el diferendo existente, se reconozcan la dignidad y los derechos fundamentales de los habitantes de Taiwán.

 

Eduardo Mayora Alvarado

Ciudad de Guatemala 28 de octubre de 2024

Publicado enArtículos de Prensa

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